Recuperando la “Omologatta”
Del Ferrari 288 GTO se puede decir perfectamente que es como si un “humilde” Ferrari 308 se hubiera tomado anabolizantes y esteroides para desarrollar músculo con la mayor rapidez posible, junto con un intenso trabajo de gimnasio. Con unos pasos de rueda ensanchados con respecto del modelo base y un buen puñado de detalles de diseño que lo conectan estéticamente con el mítico 250 GTO, salvo la diferencia obvia de montar un V8 en lugar del V12 de su antecesor y que éste iba montado en la parte central tras los asientos, en lugar de la posición delantera del original, y contar con la ayuda extra de dos turbo para llegar a la nada menospreciable cifra de 400 CV de potencia, que para ser de 1984 eran una cuadra muy poderosa.
Durante muchos años yo tuve a este modelo muy idealizado, mitificado incluso, desde que empiezo a conocer cosas sobre él cuando apareció el F40, que de hecho es el heredero de sus genes; pero no llegué a ver ninguno hasta que en 2007 vi cumplido mi sueño de viajar allí donde nacen los sueños: Maranello (si, muchos sueños en una misma frase, pero…). Con motivo del final de las celebraciones mundiales por los 60 años de la marca, vivir el ambiente por las calles próximas a la fábrica y el circuito de Fiorano era algo que no se podría expresar fácilmente con palabras, y en esos 4 días que estuve allí llegué a ver unas tres o cuatro unidades diferentes de este modelo, junto a un enorme puñado de joyas sobre ruedas. Después de tanta emoción acumulada, no sólo no perdió nada de aquella idealización que le había dado a lo largo de los años, sino que todavía ganó un poco más, y eso que entre tanta belleza mecánica, ya fueran míticos 250 Spider California o 250 LM e incluso varios Enzo última hornada, todos ellos rodando con naturalidad por las calles; poder vivir algo así no tiene precio.
Al final me pude llevar conmigo unos recuerdos increíbles, pero también una buena cantidad de fotos, buscando los detalles de cada rincón del coche: entradas de aire laterales, retrovisores, el logo con las letras GTO, las abultadas aletas delanteras y traseras… Y después de todo eso, incluso he tenido la suerte de poder ver un par de unidades más en el Circuit de Catalunya, con motivo de varios encuentros de clásicos, convirtiendo este modelo ya definitivamente en un objeto de culto que no desmerece para nada toda la fama que le precede.
Y como siempre, unas fotos para apreciar esa belleza sublime, esperando el próximo #MisFerrariFavoritos.
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