Mi primer Lamborghini Diablo de cerca
Cuando asistí por primera vez a un encuentro de clásicos, el resultado no pudo ser mejor por la cantidad y la calidad de los coches reunidos, os lo contaba el otro día. Y al año siguiente, el post-olímpico, los organizadores repitieron experiencia con el mismo escenario y, más o menos, en las mismas fechas. De nuevo el nivel era muy bueno por cantidad y calidad, y con los coches haciendo tandas en pista, pero la historia también se repetía con el tema fotografías, y es que apenas pude hacer una quincena de ellas hasta que se terminó el carrete que llevaba. ¡Qué rabia! Cuando ya parecía que no iba a llegar ningún otro coche, creo que debía ser ya mediodía, me giré y allí en el paddock del circuito, a unos cien metros de donde estaba, vi un montón de gente que parecían estar observando algún inquilino nuevo. No lo dudé, empecé a caminar rápido hasta llegar y conforme me acercaba se iba definiendo la silueta de ese coche. Era bajo, muy bajo, y también ancho, parecía un… ¡sí! ¡Es un Lamborghini Diablo, qué pasada! Bueno, en realidad creo que las palabras debían ser un poco más malsonantes, algo así como “la pu…”, no lo sé pero me emocioné mucho, era como un torrente de adrenalina ver una máquina como esa.
Unos pocos años antes había visto en la autopista, pero por los carriles del otro sentido, casi seguro lo que era un Lamborghini Countach, aunque no tuve ocasión de verificarlo porque todo pasó demasiado deprisa. Esta vez no había duda, todo un Diablo estaba allí aparcado y con las puertas abiertas hacia arriba, listo para ser fotografiado, salvo por el hecho de que no me quedaban fotos en la cámara. Qué tiempos aquellos que estábamos pendientes del indicador numérico, ese que iba sumando según le dabas a la palanca de recuperación. Estuve un buen rato allí, observando cada detalle del coche, fotografiándolo en mi mente desde todos los ángulos, eso no pasa todos los días que digamos.
Años después, y ya con más experiencia con el tema fotos, iba a carrete de 36 por sesión aunque tampoco eran tantas ocasiones al año, hicieron la Lamborghini Supertrophy en el Circuit de Catalunya, e hicieron un encuentro de Lambos en el paddock. Entre ellos estaba ese mismo Lamborghini Diablo, lo sé por el color del coche, muy poco habitual, y el nombre del concesionario en el parabrisas porque era matrícula española pero de origen francés. Entonces si que pude hacer algunas fotos al coche, y más tarde llegó un Countach 25 Aniversario para goce y disfrute de los presentes, posiblemente era el mismo que había visto un puñado de años antes en una autopista, pero eso sólo son suposiciones.
En cualquier caso, ahora ya tenía algunos Lamborghini fotografiados y poco a poco iba subiendo el nivel de las fotos que hacía, pero poder ver ese Lamborghini Diablo en color gris ese año 1993 se convirtió en una experiencia absolutamente increíble.